martes, 8 de abril de 2014

Guía lenta para superar una ruptura

Escribo esta guía basada en mi experiencia personal. Es posible que a ti no te funcione. Es posible que a mi tampoco. Pero también es posible que sí. Solo por esa posibilidad, merece la pena intentarlo.
Escrito en presente, a pesar de ser un pasado imperfecto.

Paso 1 
Sobre como dejar de verla en todas partes (acepta)

Tienes que dejar de ver su reflejo en cada nuevo comienzo. Tienes que dejar de comparar estos primeros besos con el vuestro. Ninguno será igual de perfecto, pero tampoco tan erróneo como imaginas. Hay tantos primeros besos como personas respirando, y en esa marea de posibilidades puede que venga otro tsunami y puede que no. Mientras tanto, descubrí que dejarse mecer por la marea no suele llevar a ninguna parte: hay que nadar.

Paso 2
Te perdono, me perdono (perdona)

"Te perdono", te escupí a la cara. Y ni yo me lo creí.
Tienes que dejar de guardarla rencor. Todo lo que se guarda tanto tiempo a oscuras, acaba oliendo mal. Y ya va siendo hora de sacar la basura.
"Te perdono", te silbare la próxima vez que te vea, con un abrazo.
No quieres volver con ella, pero tampoco no verla más.
Puede que te hiciera daño, pero respeta su presunción de inocencia. Puede que la quisieras demasiado, perdónate tu la tuya.


Paso 3
Si buscas, no encuentras (observa)

No empieces a buscar fuera sin mirarte antes por dentro. De verdad, no lo hagas. Porque cuando encuentres algo, creerás que no es para ti. No empieces a desear impetuosamente algo que ni siquiera sabes si es de tu talla. Antes tienes que medirte. Tranquilamente, sin prisa. Mírate, mira a tu alrededor, y mídete. Y cuando estés completamente seguro de que es lo que te vale, vuelve a medirte. Y pruébate la ropa. No tengas miedo de probarte algo que pienses que no te va a valer. Te sorprenderá lo que cambian las cosas vistas desde dentro.

Paso 4
El miedo al vacío te deja vacío (salta)

Así es el amor. Aprender a querer es como aprender a volar. Saltas, y caes o vuelas. Pero tienes que saltar. No hay amor sin riesgo. Hay vacíos que jamás serás capaz de volver a llenar del todo, pero puedes volver a abrirlos al público. Lo más probable es que al principio solo vengan mirones y curiosos, pero puede que a alguien le guste lo que ve y se quede a dormir. Puede que vuelva otro día, puede que pase el fin de semana. Hasta puede que se venga a vivir. Y aunque coloque sus muebles llenando huecos distintos, puede que tu nueva decoración interna sea más acogedora que la antigua. Será diferente, seguro, pero no por ello menos válida. No elimines la posibilidad.

Paso 5
Ocúpate y no te pre-ocupes (camina)

Ya lo has aceptado, ahora toca creérselo. Hubo un tiempo donde existía otro "yo", otro "tú", que funcionaba a la perfección sin "ella". Recuérdalo, recuérdate y vuelve a los orígenes sin olvidar lo que has aprendido. Date el lujo de disfrutar, de hacer lo que te gusta, lo que te gustaba y lo que te gustará. No te quedes paralizado. Puedes llenar tu corazón de miedos e inseguridades y toda luz será insuficiente. Lucha por mantenerlo puro, y un solo rayo lo iluminará todo.

sábado, 15 de febrero de 2014

Estacional

Una gota de agua resbalando por la última hoja anaranjada del otoño lo cambió todo. O quizás no, aunque resultó un buen principio. Siempre estuvo ahí, pero nunca la había visto. Cuantas veces nos pasa lo mismo. Al igual que la endeble rama, en la que la hoja ponía inútilmente sus últimas esperanzas. El otoño dio paso al invierno, y con ello tiñó de blanco el paisaje.

Fuera hacía frío. Dentro también. Ya no ese frío gélido que paraliza, pero hacía tiempo que el calor de un rayo de Sol no hervía su ánimo. Se acostumbró a la explosión de sentimientos que para él suponía respirar su aire, y, con el verano acabado, pasó a arrastrarse de momento en momento. Olvidó la belleza cotidiana refugiado en las sombras de lo sencillo, en la necesidad del ignorante, que sigue como un burro atontado, una zanahoria.

No hay peor remedio para dejar de perseguir fantasmas, que perder el hambre. Porque hasta el apetito te abandona cuando se siente maltratado, cuando haces de su sentimiento una obligación. Y te vuelves insaciable, desoyendo sus gritos desesperados que claman de nuevo un respiro. Pero el invierno se asocia contigo, el hambre te deja débil, endeble. Cada bocado, un suplicio.

Y lloras. Lloras ríos y mares y océanos. Lloras por dentro, con cada mirada pérdida, lloras por fuera, con cada desplante. Se deshielan tus entrañas por esa fuerza innata del ser, que transforma de nuevo el terreno perdido, en tierra de cultivo. Esperas en vano un día abrir los ojos y que las nubes se hayan ido. Que brille el Sol y descubrir sorprendido como una semilla, movida por el viento, cayó en tu terreno y agarró con fuerza sus raíces. Pero nada de eso pasa, no habrá milagro. Puedes seguir esperando, lamentando tu suerte, o puedes ponerte en pie. Confiar en tus fuerzas y empezar a trabajar.

Ponerte en marcha y cultivar tu propio jardín.

jueves, 2 de enero de 2014

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